viernes, 11 de diciembre de 2020

La muerte de Sabella deja un espacio muy difícil de ocupar en Estudiantes

 

De 2009 en adelante su figura fue un faro para los hinchas de todas las edades, que ayer lo lloraron como a un padre

Martín Cabrera

Por: Martín Cabrera
mcabrera@eldia.com

11 de Diciembre de 2020 | 04:46
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Alejandro Sabella ya es mito y leyenda. Durante tres días los hinchas de todos los clubes, pero fundamentalmente de Estudiantes, lo despidieron en Ezeiza, Tolosa y en 57 y 1. Su muerte despertó un sentimiento de tristeza y, en el Pincha, la sensación que su vacío será muy pero muy difícil de ocupar.

Es que Sabella era mucho más que un ex jugador o un técnico campeón. Era el faro que guiaba a tantos hinchas. Su rol ya excedía a la Libertadores de 2009, al Apertura 2010 y al planteo contra el mejor Barcelona del mundo. Estaba en otro lugar, al que muy pocos pudieron acceder a lo largo de la historia.

En la avenida 1 ayer hubo mucha gente. Más de 5 mil personas acompañaron el féretro desde la bajada de la Autopista hasta el estadio, con la vuelta al mismo y su paso por el barrio de Tolosa.

Hubo gente de su misma edad, otros con algunas canas pero, básicamente, los que ayer le dijeron adiós fueron los jóvenes. Impresionó ver a tantos chicos y chicas llorando su muerte ¿Cómo puede una persona a la que no vieron jugar y algunos casi ni lo disfrutaron como técnico sentir algo así? Es parte de este fenómeno Sabella que ya se convirtió en leyenda.

“Era uno de los nuestros. Era el mejor de los nuestros”, trató de explicar un joven de poco más de 30 años que agregó: “Lo amamos a (Sebastián) Verón y cuidamos a Carlos pero Sabella era especial”.

Una chica de no más de 14 años abrazaba a su papá, que lloraba desconsolado cuando llegó el cortejo. Para ella, fue acompañar a su viejo en un momento difícil. Seguramente en adelante le hablará sobre quién era esta persona.

“Me identificaba. Siempre con la palabra justa, con el tono indicado. Lo respetaban todos y eso no es común. Pocas personas defendían tan bien como él lo que es la escuela de Estudiantes”, comentó un señor que lo vio jugar, dirigir y disfrutó de su paso por la Selección.

Su hijo dijo que no se acordaba mucho de la copa de 2009, pero que de tanto escuchar a los amigos del padre en su casa lo empezó a observar. Su liderazgo traspasó todo límite de edad: hoy por hoy Sabella era Estudiantes.

EL MEJOR ALUMNO DE BILARDO

Está claro que el despegue definitivo de Estudiantes se produjo en la década del ‘60, con los éxitos deportivos de la mano de Osvaldo Zubeldía que fue, desde entonces, el primer referente para la institución. Al día de hoy se pregona su nombre y su conducta de trabajo. Si hasta los jóvenes lo cantan en canciones.

Su mejor alumno fue Carlos Salvador Bilardo, el jugador campeón de todo y el técnico que le devolvió la gloria a Estudiantes en 1982. Desde entonces fue el gurú, el Dios, el mesías que se hizo bandera en la piel de los hinchas. Al día de hoy inflan el pecho cuando se recuerda aquel equipo campeón, o los logros de la Selección con él como entrenador. Fue la persona que marcó a fuego el ADN albirrojo.

Carlos Bilardo fue el mejor alumno de Zubeldía y Sabella del Narigón. ¿Quién toma el mando?

El mejor alumno del Narigón fue Alejandro Sabella. A su manera, con otro estilo pero con la filosofía del trabajo y el respeto, se metió en la piel y en el corazón del mundo Pincha. Fue el nuevo referente de las masas, que adoraban escuchar y todavía soñaban con su regreso en alguna función especializada. Su partida, entonces, deja un vacío enorme.

Los hinchas aman a Juan Sebastián Verón, a los campeones de la Libertadores, a los héroes del Apertura 2006 y a los “sobrevivientes” de Old Trafford. Pero Pachorra tenía un ángel especial. Era una especie de padre del que esperaban alguna noticia. Y siempre se dice que Estudiantes es una familia.

Con Sabella se fue una parte de la historia del Club. Será una herida que tardará en cicatrizar, en cerrar y en renovarse. Nadie sabe cuánto durará, pero por estos días será Estudiante, sin la “s”, la de Sabella, que se fue al cielo y hoy es una estrella que guía desde arriba.

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