viernes, 11 de diciembre de 2020

Sabella fue despedido por una multitud conmovedora

 

Pachorra tuvo el saludo final que se merecía. Miles de hinchas acompañaron el cortejo para decirle adiós a uno de los máximos ídolos de la historia albirroja

Emoción, tristeza, bronca, reconocimiento y fundamentalmente agradecimiento, fueron los sentimientos que se hicieron presentes en la última despedida para Pachorra.

Desde bien temprano centenares de hinchas de Estudiantes coparon la rotonda de la bajada de la Autopista Bs As – La Plata. Ellos quisieron ser los primeros en mostrar todo el cariño que tenían acumulado. Y así fue como cerca del mediodía el cortejo pisó suelo platense. Fue tanta la cantidad de hinchas que el traslado sufrió la demora lógica y entendible. Banderas y camisetas rojas y blancas fueron ganando la calle y los vecinos de la zona dejaron sus actividades para salir a la vereda y saludar.

Claro que la máxima emoción se vivió cuando el reloj marcó las 12:20 y el cortejo pudo llegar a calle 1. Ahí miles de hinchas más esperaban estoicos y envueltos en lágrimas. “Acá hay una escuela, soy soldado de Sabella”, fue uno de los himnos que más se escuchó; claro que no faltó el grito más sentido “Vamos Pincha ponga huevos, que Sabella alienta desde el cielo”.

La despedida de los hinchas estuvo a la altura. Bombos, trompetas, bengalas rojas y blancas y los gritos que salían desde las entrañas, se mezclaban con el llanto. La familia de Estudiantes se juntó toda, sin distinción alguna y todas las edades se abrazaron bajo el calor agobiante que no pudo frenar a nadie.

El cortejo fue avanzando a paso de hombre acompañado por el pasillo armado por los hinchas que aprovecharon para arrojar camisetas, flores, banderas y todo tipo de ofrenda para El Profesor. La marea humana fue acompañando los restos a lo largo del trayecto por Avenida 1 y en la esquina de 56 se vivió uno de los picos emotivos más altos, cuando todos empezaron a cantar el Himno Nacional que tuvo como final un aplauso tan cerrado como emocionante.

Entre la gente dijeron presente el entrenador Leandro Desábato y el capitán Mariano Andújar. También fueron a despedir a Sabella varios dirigentes y allegados al plantel. Y en el cortejo estuvo de principio a fin su gran amigo del fútbol: Daniel Alberto Passarella.

Después de bordear todo el estadio, los restos de Sabella llegaron a Tolosa, al barrio que tanto quería y donde tanto lo querían. Ahí era Alejandro, el tipo común que hacía mandados o simplemente salía a caminar, y que siempre estaba abierto a dar una mano para el que lo necesitaba.

Así fue Sabella, y así se fue. Rodeado del cariño genuino de miles y miles de hinchas que le gritaron gracias y que hoy lo tienen alto, cada vez más alto, en ese pedestal a donde el propio Sabella nunca quiso subirse.

UN RECORRIDO QUE MARCÓ EL CORAZÓN DE MUCHA GENTE

Alejandro Sabella debutó en River en 1974 (jugó 132 partidos), fue el primer argentino en pisar suelo inglés para vestir las camisetas del Sheffield y el Leeds. A principios de 1982 Carlos Bilardo lo trajo para ser el 10 de Estudiantes, donde tuvo dos pasos como futbolista. En el “Pincha” jugó 163 partidos y anotó 10 goles. Fue parte importante de aquel mediocampo fantástico que dio dos vueltas olímpicas, junto a Miguel Russo, Marcelo Trobbiani y José Daniel Ponce.

En el Pincha, se vieron los mejores momentos de la carrera de Pachorra, ídolo total de la familia pincharrata.

También lució las camisetas de Gremio, Ferro y se retiró en 1989 en Irapuato. Para el seleccionado jugó 8 partidos.

Su carrera siguió al lado de su amigo Passarella como ayudante de campo hasta que en el 2009 el presidente de Estudiantes de aquel entonces, Rubén Filipas, lo contrató para reemplazar a Leonardo Astrada.

Su debut fue el 19 de marzo ante Deportivo Quito en un triunfo por goleada en el Estadio Único que enderezó el camino para la clasificación. Con ese equipo alcanzó la gloria al obtener la cuarta Libertadores del club en un final histórica ante Cruzeiro en el Mineirao.

Estuvo cerca de la gloria en el Mundial de Clubes de Abu Dhabi cuando Estudiantes hizo un enorme partido por la sabiduría táctica de Sabella ante Barcelona, que recién pudo vencerlo en el alargue. Maniató tácticamente al Barcelona, dando una lección de capacidad analítica y humildad.

Tras consagrarse campeón del Apertura 2010 dio un paso al costado en Estudiantes hasta que le llegó el desafío de dirigir la Selección.

Su debut fue en la India y su último partido fue en la final del Mundial de Brasil el 13 de julio del 2014 en aquella derrota dolorosa ante Alemania en el Maracaná de Río de Janeiro.

El Mundial fue inolvidable para los argentinos, ya que logró meterse en la final y nada más y nada menos que en una Copa organizada por Brasil, el tradicional rival.

Pero más allá de lo deportivo, la partida de Sabella dolió mucho por lo que significó en lo humano y lo social, ya que fue una persona que hizo un culto de la ética y la solidaridad. Amado por sus vecinos de Tolosa y por todos aquellos que lo conocieron tanto en el mundo del fútbol como en cualquier otro ámbito.

Tras esas experiencias su estado de salud comenzó a deteriorarse primero por problemas cardíacos, luego un cáncer y en los últimos meses otra vez con insuficiencias de su corazón. El pasado martes 8 de diciembre, a las 15.30, Sabella falleció a los 66 años en una clínica porteña.

Pasó a la inmortalidad en el corazón de los hinchas pincharratas, que lo idolatran y ya lo pusieron en el olimpo de los grandes próceres de la historia de la entidad albirroja. Hasta siempre, Profesor eterno.

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